Corresponsal en Adra


Los comienzos de Cuenca Benet en el periodismo se producen como corresponsal de La Crónica Meridional en Adra en 1891, con ocasión de unas inundaciones ocurridas en esta población.

Cuenca cubre la visita a Adra girada por el Comisario Regio, Marqués de Aguilar del Campóo, para evaluar los daños producidos por unas inundaciones que asolaron muchas localidades de Almería y de otras zonas costeras de España. El joven periodista de 19 años remite la crónica del acto celebrado en el ayuntamiento de Adra en la noche del 8 de noviembre, destacando en el turno de discursos el pronunciado por su tío Enrique Benet, quien priorizó la necesidad de las inversiones en infraestructura en lugar de dinero como forma de socorrer los destrozos en la vega: “Como panacea de nuestras desdichas, dijo, necesitamos la defensa del río; nosotros no queremos dinero, queremos solamente obras de defensa para poder poner en cultivo los 6.000 marjales de tierra que el río ha inundado. Dijo que el Estado hacía, a la vez que un beneficio inmenso al pueblo, un negocio en beneficio del Erario, pues esos terrenos que ahora están exentos de contribución, satisfarán al Tesoro, al ponerse en condiciones de producción, cantidades de tal importancia, que en el término de cinco años se habría recuperado de la cantidad invertida en el arreglo de defensas, aunque estos sean costeados por el producto de la suscripción nacional”.

A finales de ese año sigue vinculado a La Crónica, remitiendo desde Adra un artículo firmado por él, en el que recoge una descripción de las miserias y calamidades por las que pasa Adra y sus gentes y la poca alegría existente ante la llegada de las fiestas navideñas, debido a la crisis económica generalizada. En estos primeros años de la década de los “90” coincide en la Crónica con otro periodista abderitano: Ramón Blasco Segado.

Al iniciarse el año 1892 Cuenca continúa escribiendo y publicando una saga de varios artículos en los que critica el abandono en que Adra se ve sumida y la indiferencia del Estado en poner solución al problema, tras la visita girada por el Comisario Regio en noviembre del año anterior. Cuenca Benet adopta el seudónimo de “Zalamea” o de “Fernán González” para firmar estos artículos.
Uno de los primeros artículos de Cuenca como corresponsal en Adra.

Uno de los primeros artículos de Cuenca como corresponsal en Adra.

El primero de ellos y más breve, aparece publicado el 9 de enero, titulado “Los Ladrones” y está dedicado a la fiebre por salir armado a la calle, por temor a la alarma de inseguridad ciudadana que a juicio del autor, se ha creado en Adra de manera interesada.

El segundo aparece publicado cuatro días después y lleva por título “Convengamos”. Se trata de una columna escrita replicando al periodista A. W. de Riego, que publicó a su vez varios escritos para denunciar el abandono al que los poderes públicos habían sometido a Adra. Cuenca está en lo básico de acuerdo con el autor al que contesta, pero se desmarca de su manera de enfocar el problema. Cuenca es más directo y como abderitano se arroga el patrimonio de criticar tanto a Cánovas como a Sagasta, líderes de los dos partidos que se turnaban en los gobiernos Conservador y Liberal de la Restauración:

“…A Cánovas como a D. Práxedes, como al Moro Muza les importa un bledo que en esta comarca no se encuentre ya un pámpano para un remedio de pudor, como el de Adán: pues Mahoma (alias La Filoxera) ha prohibido el vino; tampoco se les dá nada, que el mar avance y vaya derribando los edificios que el comercio y la industria establecieron en sus orillas; que el río, haya destruido 6.000 marjales de tierra laborable, comiéndose con ello 1.500 toneladas de azúcar que producían anualmente; que no nos saquen del estupor y del aturdimiento en que nos ha dejado una pésima administración municipal, que ha ido minando nuestra débil organización, con los miasmas, deletéreos de sus inmoralidades; que las invasiones de las aguas, vayan siendo más terribles, más desoladoras y más imponentes; ni les atañe el oír los gritos angustiosos que elevamos a esos poderes que tan mal representan… ¿A ellos que les importa que la pérdida de esta riqueza vaya en perjuicio del Tesoro”.

El 23 de enero publica una nueva misiva en contestación a W. Riego titulada “Desde Adra”. En ella hace alarde de sus dotes políglotas para criticar al Gobierno: “… Hay que decir con Goëthe: Du wirkest uicht alles bleitt so stumpf. Sei guter Diugel. Dei Steui in Sumpf. Match keine Brisge (Nada puedes hacer; todo queda inerte ¡no te desesperes!, la piedra arrojada en un cenagal, no rueda). ¿Qué es el Gobierno Sr. Riego, si no un cenagal inmundo en cuyo asqueroso fango se hunden nuestras súplicas, envueltas en el torbellino de sus injusticias?...”

En otro artículo publicado el 11 de marzo con el título de “Adra” y el seudónimo Fernán González arremete contra las obras de desvío del río, realizadas y por los escasos resultados de la visita girada el año anterior por el Comisario Regio para evaluar las ayudas necesarias: “La presa levantada en 1863 y en la cual se invirtió parte de los 3 millones de pesetas que importaron las obras de desviación del río, ha sido rota por las aguas en esta última avenida. Los hermosos pagos de Canales, Checas, Pineda, Encantada y Cairo, no presentan hoy otra cosa de lo que fueron hace días, que una inmensa laguna de aguas cenagosas que muy pronto se harán pestilentes y perjudiciales, por tanto, a la salud de aquellos vecinos…”.

“…El Sr. Marqués de Aguilar de Campóo ofreció a los hijos de Adra tener en cuenta sus necesidades grandísimas y remediarlas en cuanto fuera posible, dentro de las de los demás pueblos damnificados; y aquellos laboriosos vecinos, confiados, como era lógico en las palabras del Comisario Regio, decidieron esperar pacientemente la hora de su salvación. Pero es el caso que aquella hora no ha sonado aún en el reloj del tiempo, y el río, que no se anda con chiquitas ni obedece a otra ley que a la de la naturaleza, ha saltado por encima de todos los obstáculos, ha destrozado la parte de la vega que restaba útil y aprovechable y el pueblo de Adra ha descendido al último nivel, ha perdido cuanto tenía, ha rodado al abismo antes que la sublime caridad española haya podido tenderle su benéfica mano”.

El autor del artículo pide la intervención en el conflicto, de Arcadio Roda, diputado entonces por el distrito de Berja “…pues siendo el Sr. Roda hijo de Adra, lógico es que saldrá a la defensa de su madre, que se unirá al Comisario Regio, al Nuncio si preciso fuera…”.

Como colofón a esta serie de artículos, Zalamea publica el 13 de marzo uno definitivo titulado “Desde Adra”. En este escrito Cuenca es más directo que nunca a la hora de buscar las causas a los problemas y acusar de especuladores a quienes ejecutaron unas obras que han ocasionado tantos perjuicios: “… Analizando hechos y deduciendo de causas anteriores efectos presentes, resulta que el Gobierno es el único responsable de nuestra ruina pues la desviación del río, origen de todas nuestras desdichas, no fue hecha sino obedeciendo a miras bastardas, proponiendo a la vida entera de un pueblo, la utilidad particular de un proyecto cuya realización, después de todo, costó al Estado la pequeñez de 12 millones.

Todo el mundo lo sabe: En la desviación del río imperaron el agio y el chanchullo; en ella no se llegó a buscar más que el lucro, sin fijarse en las consecuencias del día de mañana, día que ha llegado… Y resulta que en vez de remedarse la falta con defensas que nos pongan a cubierto de nuevos destrozos, confían a nuestras propias fuerzas la construcción de aquellas, negándonos auxilios que dicen no poder dar. ¡Qué insensatez!”.


Francisco Cuenca reparte las culpas: “… el Gobierno se cruza de brazos; la Comisaría Regia aplica a su antojo lo recaudado por la suscripción nacional; la Diputación Provincial alega carencia absoluta de recursos; el Gobernador duda del éxito (según el texto de sus telegramas) de nuestras gestiones en los altos poderes del Estado… y el río, mientras tanto, siguiendo su marcha devastadora, destruye y aniquila cuanto encuentra a su paso, impávido ante la desesperación de un pueblo que está imposibilitado de defenderse ante la fría indiferencia de un gobierno autoritario que desprecia nuestras desdichas como cosa baladí y sin importancia”.

En 1893 Cuenca sigue vinculado a La Crónica Meridional y firma sus artículos indistintamente con su propio nombre o con el seudónimo de “Zalamea”. Entre sus artículos dedica uno publicado en dos números distintos del diario a la figura del político almeriense, Arcadio Roda Rivas. Arcadio era en ese momento un hombre muy influyente y uno de los políticos mejor valorados de Almería. Cuenca publica a finales de abril el primero de sus artículos dedicados a Roda bajo el título de “Bocetos. Arcadio Roda y sus obras”. En este primer artículo Cuenca analiza las primeras obras escritas por Roda y en especial las que tratan de los oradores griegos y romanos.

El 14 de agosto, en la misma sección del diario, Cuenca concluye el artículo, dedicándolo en esta segunda parte a comentar el resto de las obras publicadas por Arcadio Roda hasta esa fecha y a esbozar su fulgurante trayectoria política, que situaban en ese momento al político de Alcolea como el delfín de Cánovas del Castillo.
Uno de los primeros artículos firmados por Cuenca en el diario La Crónica Meridional en noviembre de 1891.

Uno de los primeros artículos firmados por Cuenca en el diario La Crónica Meridional en noviembre de 1891.


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