Asentamientos rurales romanos


Los cortijos alpujarreños, base de la agricultura abderitana, junto con la vega del río Adra tienen su génesis en las villae romanas. Asentamientos agrícolas como La Parra o La Curibaila.

A partir del siglo I d. C. se fechan la mayoría de hallazgos de asentamientos rurales romanos considerados como “villae”, que ocupaban principalmente las márgenes de las ramblas y ríos:

• Rambla de Guainos: Cerro de los Moros, La Parra, El Toríl.
• Río Adra: Canales, La Catalana, Cerro Azano.
• Río Chico y afluentes: Montivier, Alcaudique, La Higuera.

Hay otras zonas del término municipal de Adra (El Pardo, La Curibaila, Cortijo Largo) asentamientos rurales, vinculados a pequeñas obras hidraulicas.

En todos ellos la implantación agrícola está muy desarrollada en función de pequeños agricultores propietarios de entre 1-5 has que destinan sus producciones al autoconsumo o al comercio local, durante los siglos I y II d. C.

Una inscripción de la epigrafía descubre que el municipio arrendaba fincas de propiedad comunal a los agricultores, que los cultivaban con trabajadores esclavos y libres que formaban una comunidad.

En la inscripción el labrador arrendatario Fausto y su capataz el liberto Suave, junto con los obreros, rendían culto a los lares y al genio protector de la finca. Formaban una pequeña comunidad, cosa que apareció hacia el siglo II después de Cristo.

A partir del s. III se produce una mayor concentración de la propiedad. Sobreviven las “villae” más importantes (El Toril, La Parra) frente a otros asentamientos de menor extensión. La pequeña propiedad desaparece progresivamente. La aristocracia de marcha a vivir al campo, construye casas suntuosas (la génesis del cortijo) y acapara propiedades. Menos pero más extensas. La producción se diversifica, es mayor y en parte se destina al autoconsumo y en parte para abastecer a las ciudades.

A partir del s. IV d. C. el proceso de concentración de la propiedad se acelera. Las villae toman importancia como propiedades de una clase dominante. El centro administrativo de la zona sigue siendo Abdera pero ésta pierde influencia.

Los cereales en las areas de secano y los frutales y hortalizas en las zonas de la vega del río Adra son los principales exponentes de aquella agricultura.
El cultivo de los cereales, sobre todo trigo, la gran base alimenticia, estuvo presente y está documentada la aparición de una “muela de mano” en Villavieja (Berja). Se trata de piedras de un diámetro de 35 cm para moler el trigo a mano sobre otra piedra. Otros cultivos que se presume existieron en la zona aunque no están documentados son la vid y el olivo, de los que se dice fueron introducidos en la península por los fenicios.

El arado romano y los sistemas hidraulicos para regadíos son las técnicas más avanzadas de la época. Muestra de ello es la existencia de pequeñas obras de canalización asociadas a las villae, aprovechando las fuentes de las zonas marginales y compuestos por una mina y una balsa de acumulación. Este sistema es el utilizado en La Parra, La Curibaila, La Catalana.

Otra prueba de la importancia que debió tener el regadío fue la construcción de un acueducto sobre la rambla de Julbena, que llevaría agua al pago de Negite (Berja), donde había una villa de importante entidad (se han hallado un mosaico, inscripciones y restos de enterramientos).

Otras plantas importantes que se recolectaban eran las medicinales empleadas en la farmacopea (manzanilla, tomillo, romero, poleo, sajareña, manrubio, albahaca, jazmín...), costumbre que continua en nuestros dias y se ha revitalizado como medicina natural.

Las principales plantas industriales fueron el esparto y el lino. Del esparto (Abdera se encontraba en la zona denominada Campus Spartarius que comprendía las actuales provincias de Almería, Murcia y Alicante) se obtenía la materia prima para hacer cestas, calzados, redes para la pesca, cuerdas para ensamblar embarcaciones y para la actividad minera entre otras.

El lino era la base del vestido y de los productos textiles. Se producía en las zonas costeras y fluviales como Abdera. Compuesto de fibras finas y frescas era el producto ideal para la primavera y el verano.

El bosque es otra de las bases del crecimiento económico. La madera empleada en la construcción de barcas de pesca, como combustible en las labores de fundición hace perder progresivamente las masas forestales autóctonas y acelera el proceso de erosión. Encinas, robles, castaños, alcornoques y quejigos son variedades arbóreas que existieron en el entorno de Abdera con una gran profusión. Hoy sólo existen estas variedades en contados parajes alpujarreños.


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