Las monedas de Abdera


Las monedas púnicas y romanas de Abdera, pertenecientes a un periodo que se extiende desde finales del siglo II a.C., hasta el siglo I d.C., fueron leídas e identificadas correctamente desde el año 1772 por Francisco Pérez Bayer, que las incluye en uno de los primeros libros dedicados a numismática en España, publicado en 1781.

La ceca de Abdera, cuyo nombre leyó correctamente Pérez Bayer, basándose en las monedas de cuño romano de la tercera etapa, en el que la inscripción es latina, emitió monedas en la primera y en la segunda etapa en alfabeto fenicio y púnico.
El alfabeto fenicio es el origen del alfabeto moderno que luego mejorarían las lenguas griega y romana y al igual que el árabe o el hebreo se escribe de derecha a izquierda.

Para que el lego en la materia se haga una idea, la palabra latina ABDERA, que aparece en las monedas del emperador Tiberio, se escribe en lengua fenicia de una forma que recuerda al número "19990". Pero ésta es solo una manera coloquial de introducir a las personas que no están versadas en la materia. En realidad la representación en alfabeto fenicio se corresponde con el signo / (una especie de apóstrofe) al que siguen las letras "beth", "daleth", "resh" y "taw" abuelas de nuestras B, D, R y T).

La lectura correcta es algo como /BDRT, que en latín se lee "abderat", una palabra fenicia de origen femenino, que deriva en una primera fase a la denominación "Abdera", continua hacia la denominación "Abdara" y termina en el nombre actual: Adra.

Otros historiadores creen que Abdera no es un nombre fenicio, sino egeo o norteafricano, dada la coincidencia con ciudades llamadas también Abdera en las costas de la Tracia Griega (actual Avdira) o en la actual Libia.
La desaparición de Abdera como ceca, coincide con la muerte de Tiberio y la llegada al poder e su nieto Calígula, que prohibió las acuñaciones de ciudades del imperio que no fuesen Roma.

La numismática de la ceca de Abdera, la actual Adra, ha sido y es una fuente arqueológica de primer orden. La aparición del yacimiento y asentamiento fenicio en el Cerro de Montecristo, un lugar muy accesible, ha provocado el expolio de otras fuentes arqueológicas.

Las monedas nos transmiten un gran arraigo de los pobladores de Abdera por su lengua materna (el fenicio), una actividad comercial importante, en especial en el siglo I a d..C, una actividad económica basada en los recursos pesqueros (de ahí las representaciones de atunes y delfines) y un templo tetrástilo que posiblemente estuvo erigido al dios Melkart donde hoy se erige la ermita de San Sebastián.
El expolio del yacimiento de Montecristo ha dado origen a una importante diáspora de monedas de Abdera en museos de todo el mundo. Se han localizado más de 400 ejemplares presentes también en colecciones privadas.

Museos de Nueva York, Berlín, Nápoles, Oxford, Estocolmo o el Gabinete Numismático de la biblioteca Nacional de París cuentan con importantes fondos.
En España, junto a colecciones privadas, las mejores colecciones se encuentran en Madrid, en a Casa de la Moneda, Museo Arqueológico Nacional, Real Academia de la Historia e Instituto Valencia de Don Juan.

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